La Gran Dimisión y el nuevo principio vital: tú no eres tu trabajo
¿A qué obedece este fenómeno que ha surgido en Estados Unidos? ¿Por qué hay tanta gente que deja o quiere dejar su empleo?

Francesc Miralles
Casi
nadie lo vio venir. Al igual que el estallido de la pandemia tomó a la
humanidad desprevenida, una clase muy distinta de virus está haciendo
tambalear el sistema productivo de Estados Unidos, mientras el resto de
países teme el contagio. Hablamos de lo que ya se conoce como la Gran
Dimisión (The Great Resignation, en inglés), un fenómeno que define el
abandono de puestos de trabajo por parte de millones de personas,
mientras el mundo va saliendo de las restricciones impuestas a causa de
la covid.
Solo en noviembre de 2021, el Departamento del
Trabajo de Estados Unidos estimó que más de cuatro millones de
estadounidenses habían dejado sus empleos, poniendo en jaque a las
empresas, que a menudo tienen verdaderos problemas a la hora de cubrir
las vacantes. En el continente europeo, Reino Unido y Francia encabezan
los países que están sufriendo esta inesperada fuga de fuerza laboral.
Los sectores donde los trabajadores viven una situación más precaria,
como la restauración, el transporte o la atención sanitaria, han sido
los primeros en despoblarse de efectivos. Con todo, ¿a qué obedece este
fenómeno repentino? ¿Por qué hay tanta gente que ya no quiere ir a
trabajar?
Para responder a estas preguntas recurriremos a
quien popularizó el término The Great Resignation, anticipándose unos
meses a lo que estamos viviendo. Se trata de Anthony Klotz, profesor de
Gestión en la Texas A&M University. El campo de estudio de este
investigador de la conducta humana se ha centrado en cómo y por qué los
trabajadores dejan sus empleos y adónde les conduce su decisión.
En
sus propias palabras, “lo común cuando eres empleado es que la empresa
ostente el poder. Cuando decides marcharte, el poder regresa a ti, y lo
interesante es saber qué hacen con ese poder quienes lo obtienen”.
Antes de responder a esa pregunta, veamos qué dice Klotz sobre las causas de la Gran Desbandada, como también podemos llamarla.
Por
un lado, quienes abandonan suelen estar exhaustos emocionalmente a
causa de la exigencia del trabajo, sumado a una situación global ya de
por sí estresante. Muchos quitters, como les llaman en inglés
—literalmente, los desertores—, sienten que necesitan imperiosamente una
pausa para llenarse de sí mismos, después de haberse vaciado para el
sistema.
Justamente, las fases más restrictivas de la
pandemia han hecho que la gente pase mucho tiempo en casa con su familia
y en sus ocupaciones personales. Se han dado cuenta de que son algo más
que sus trabajos, y ese minimalismo al que nos hemos visto arrastrados
nos ha hecho descubrir placeres tan sencillos como cocinar o aprender
cada día algo nuevo, a los que no queremos renunciar para volver al
frenesí laboral. “Tenemos una necesidad fundamental de autonomía
personal”, afirma Klotz para explicar lo que está sucediendo.
Sobre qué están haciendo los quitters,
el psicólogo Rafael Santandreu opina que muchos de ellos defienden esa
libertad recién recuperada a través de una vida mucho más espartana: “El
mito que hemos tenido hasta hace poco de que el bienestar material da
la felicidad ha caído para mucha gente. En cuanto dejan de perseguir esa
idea, empiezan a desescalar. La pandemia les ha permitido darse cuenta
de que necesitan mucho menos para vivir de lo que imaginaban y de que el
activo más valioso del que disponen es el tiempo”.
Si el
minimalismo extremo se convierte en una tendencia generalizada, ¿quién
pagará las futuras pensiones? Esta es una pregunta que muchas personas
se plantean.
Como en todo, entre los dos extremos —la
trabajopatía y el desapego laboral— hay un saludable punto medio. Toni
Morrison, premio Nobel de Literatura, nos daba dos años antes de su
muerte unas claves que parecen hechas a medida para la situación actual.
En un artículo que escribió para la revista New Yorker en 2017, la
autora afroamericana recordaba momentos de gran frustración en sus
empleos que le enseñaron tres lecciones para el resto de su vida:
1. Tú haces el trabajo; no es el trabajo el que te hace a ti.
2. Tu vida real es la que vives con tu familia.
3. No eres el trabajo que haces; eres la persona que eres.
Podríamos resumir estos principios en uno solo muy simple: tú no eres tu trabajo.
De acuerdo con este enfoque, la Gran Renuncia no sería solo resultado del burnout,
el síndrome del quemado, ni de la adhesión a movimientos en contra del
trabajo. Sería sobre todo una reivindicación de una vida e identidad
propias, más allá de nuestro salario o función productiva.